Ni andaba muerta, y mucho menos de parranda ¡pero hoy les escribo bien bien bonis!
“Cada quién elige cuántas vueltas le da a su desierto”
Dicen que las malas experiencias, al final, dejan algo bueno
en tu vida. ¿Y saben? Es verdad.
Todos lo hemos experimentado alguna vez. Caminar en el
desierto, ese lugar vacío, seco y que aparentemente no tiene final. Una ruptura, una crisis familiar, una crisis
personal o todo junto. Una serie de problemas que te atacan de golpe y
aparentemente te quedas solo, sin ayuda.
Nunca lo estás, a nivel personal he pasado por situaciones
un poco fuertes y nunca me doy cuenta de todo lo que se mueve alrededor, hasta
que no salgo de ese desierto. Jamás he estado sola, sea que lo sepan o no, las
personas que Dios pone a mi alrededor, tienen esas palabras e incluso miradas
que te hacen sonreír en medio de ese momento tan negativo. Así fue como
descubrí que el encierro y la autocompasión, no se comparan con salir y
disfrutar de una buena caminata o de hacer unas cuantas bromas con tus amigos.
Y por eso regreso a la frase del inicio, tú eliges el momento
en el que ese desierto acaba, todo es cuestión de enfoques y perspectivas. Yo
creo en Dios y creo en que cada cosa que sucede, cada palabra que llega, es una
manera de ver qué tan presente está en mi vida.
¿Cuánto tiempo perdemos llorando porqué algo malo nos pasa?
¿Cuánto tiempo perdemos culpando a otros?
¿Cuánto tiempo perdemos culpándonos a nosotros mismos?
Nuestra vida está hecha de decisiones y también ese desierto
se esfuma, o se alarga, con una decisión. En una clase, un maestro nos enseñó
que todo lo que se estanca, se pudre. Y cuánto tiempo nos estancamos en esas
crisis y malos ratos. Algunos le agarran gusto al olor a podrido, pero tú no
debes de hacerlo.
Es increíble cuánto puedes aprender de un mal momento. Crecí
más como persona mientras pasé por mi crisis de “tengo 10 años y no se manejar
bicicleta”, que en mi momento de tranquilidad porque me regalaron la muñeca que
siempre quise. Esa satisfacción de mirar a ver atrás y darte cuenta que ya no
estás en ese lugar tan vacío, nadie te la va a quitar. Y siempre, SIEMPRE vas a
salir del desierto con un nuevo aprendizaje, con más madurez y con más
inteligencia para no entrar al mismo sitio otra vez.
Si quieres descubrir a tus verdaderos amigos, conocerte más
y darte cuenta que esa fe que tienes puede alcanzar muchísimas cosas, entonces
frénate y decide mirar tus problemas desde la perspectiva del aprendizaje y no
del sufrimiento. Solo así vas a dejar de estancarte y vas a darte cuenta que
cada paso te está llevando a un lugar nuevo, no a seguir dando vueltas en el
mismo lugar.
Hace mucho que quería volver a escribir y me alegra hacerlo
de nuevo. Espero ayudar a alguien de alguna forma con esto J